Anticipo exclusivo
Antes de la llegada del cantante guatemalteco al país con su gira "Viaje", Clarín asistió a uno de sus conciertos en Quito, Ecuador. Aquí, detalles de lo que en pocos días se verá en Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Corrientes, Salta, Santiago del Estero, Neuquén y Chubut.
Arjona entra pedaleando al Coliseo Rumiñahui de Quito y esa es la mejor promoción de bicicletas que puede hacerse a nivel planetario. Más, si se calcula que Arjona vendió alrededor de 20 millones de discos a lo largo de su carrera. La gira internacional "Viaje Tour" pone al guatemalteco en un plan no-soy-de-aquí-ni-soy-de-allá, captando tal vez la esencia de don Facundo Cabral. Y lo hace sobre un escenario de 180 metros cuadrados que se asemeja a una estación de tren, y no de cualquier tren. Para los ecuatorianos sí, es una formación más; para quienes lo vean en un par de semanas en la Argentina se trata de nuestra paradigmática Línea Roca. En otras palabras, podría puede inferirse que el cantautor arranca su viaje en... Constitución.
Abre el show con "A la luna en bicicleta", del nuevo disco. A lo lejos, desde la fila 30 -y por el bombín- un extraviado podría confundirlo con el mismísimo Joaquín Sabina. Después vienen "Invertebrado", "Piel pecado", la pegadiza "Cavernícolas", "Lo poco que tengo" y temas que conocés aunque nunca antes te hayas detenido en Arjona: "Fuiste tu", "Historia de taxi", "Mujeres" y "Acompañame a estar solo".
Hay que creerle al tipo cuando jura que le gusta la Argentina, y que anduvo tocando a la gorra en la calle Florida. El viaje será todo lo viaje que quieras, pero está lleno de referencias criollas: a lo del tren desbocado se suman, por ejemplo, unos pibes que actúan un video de fondo -una presunta despedida- donde uno de ellos anda leyendo el Clarín, y más precisamente algo relacionado con la selección de Alejandro Sabella. Esos detalles que no se te escapan porque vos sos de aquí. Y no de allá.
Después le decís al ecuatoriano de al lado: ¿Sabés cómo se llama esa rubia? "No". Es Jésica Cirio, quien participó del último clip filmado por el cantante, "Piel pecado".
Esta gira tiene programados 33 shows a lo largo de Sudamérica. Para los que no vimos The Wall, la puesta en escena es una luz cegadora y un mundo de referencias inevitables. ¿Y a esa rubia la tenés? "No, tampoco". Esa se llama Sofía Zamolo. Modelo. Panelista. Argentina. Esto último lo subrayás con estúpido chauvinismo.
La "Historia de taxi" llega con un taxi de cotillón y un griterío de clásico inoxidable. Arjona tiene una banda de músicos de esos a los que se los mira con seriedad porque "son sesionistas". A la banda se suma una chica -rubia, obvio- que le da un toque de chanson a determinadas melodías. De todos modos la voz de Arjona tiene esa clase de potencia que uno le reconocería a un Gustavo Cerati. Es difícil hacerle la segunda o plegarse a los coros.
El estadio donde hay más de 10 mil ecuatorianos es una especie de Luna Park sin patovicas. La gente se acomoda en sus butacas y a lo sumo se adelanta a sacar una foto al lado del escenario. Todos estos desplazamientos pueden hacerse con una libertad pasmosa. Otra diferencia: el ecuatoriano no es del oh oh oh oh ni de ninguna otra clase de interjección.
Dos horas y piquito dura el recital y Arjona, que tiene el estado físico de un atleta ruso, va y viene sin importar la altura. Sus músicos cuentan que una vuelta en La Paz era el único que saltaba en el escenario. "Para él, la pelota siempre dobla".
Lo cierto es que Arjona llega a los 50 en mucho mejor estado que su vapuleada mujer de las cuatro décadas. Entre paréntesis, más tarde, en una entrevista, dirá que esa letra merecería algunos retoques a cuento de que las expectativa de vida ha mejorado considerablemente.